lunes, 1 de febrero de 2016

JOSÉ CARLOS LLOP: Reyes de Alejandría

El efímero fulgor de un tiempo perdido

 

El escritor mallorquín José Carlos Llop evoca en su sexta novela la Barcelona de aires «hippies» de los 70

La música le sirve a José Carlos Llop (Palma, 1956) para sustentar el luminoso ejercicio de arquitectura de la memoria que es Reyes de Alejandría (Alfaguara). En su sexta novela, este narrador etiquetado como el Modiano español, rescata «sin nostalgia» el fulgor efímero de un tiempo perdido. La eclosión vital, emocional e intelectual que una minoría vivió en España a mediados de los 70. La debilidad de la dictadura y la muerte de Franco presagiaban un futuro abierto para una generación bisagra entre los hippies y el desencanto tras la movida «que tuvo en la música su religión».
«Franco acaba de morir y la vida sigue como un brindis», se lee en esta novela «sobre una generación y dos ciudades», según su autor. Transcurre en «una Barcelona cambiante y en una Palma de Mallorca inmutable que ya no existen». En aquella Barcelona «esplendorosa» y rebosante de vida que estrenaba el sex, drugs and rock and roll mirándose en París, Londres o San Francisco, «estudió Derecho el joven Llop, que se forjó luego como poeta y narrador de culto en la capital balear en la que aún vive y escribe.
Regresa a una ciudad condal aún sin sueños olímpicos ni diseny, medio hippy medio canalla, en la que Miquel Barceló, Ocaña, el dibujante Max o Javier Mariscal «buscaban la felicidad en la novela de la vida». Entre canutos, cines de arte y ensayo, librerías y salas de conciertos, los jóvenes cultivados se embelesaban entre versos de Ezra Pound, libros de Lacan y Barthes y el cine de Bertolucci y Wenders.
«La música era una religión y sus evangelios la literatura», evoca Llop. Sus magdalenas proustianas son las canciones que resuenan en la novela y que sonaron en su escritorio mientras recreaba «un tiempo apasionado e irrepetible en el que alternábamos a los Rolling con Mahler». En aquella ecléctica sucesión de genios del rock «Bob Dylan, Leonard Cohen y Neil Young constituían la Santísima Trinidad».

«No escribo desde la nostalgia», aclara Llop. Como el Bowie que en aquellos años componía sus canciones mezclando una y otra vez versos sueltos, traza un sugestivo puzle de recuerdos, emociones y canciones que comparte «en un orden caótico. La memoria es fragmentaria. Son fogonazos, además de lo que se sueña e imagina», anota Llop.

FUENTE:  La Voz de Galicia


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